sábado, marzo 24, 2007

Vivir de palabras (III)

Un Castillo en los Pirineos. Magritte


III



Y esta es, frecuentemente, nuestra historia. Bebemos del café flojo, mil veces repetido, y no en el relámpago espontáneo, helado y ardiente de la vida. En cada instante hay un nacer y hay una muerte, y a ambos nos los perdemos. En nuestra soberbia, no admitimos siquiera la simple verdad: que somos ignorantes, que vivimos en un mundo insustancial, construido casi enteramente de palabras, y por cuyos mecanismos nos deslizamos velozmente y sin fricción, como en patines sobre el hielo. Y, ante todo, que en nuestra pereza y en nuestro miedo nos hemos olvidado, tal vez ya para siempre, de que esta clase de vida que llevamos no es real.

Aún así, al hablar de cosas exteriores y físicas, tal vez existe redención. Quizá podríamos tener alguna oportunidad de autentico conocimiento. Podríamos sufrir una crisis de humildad, por ejemplo, y acabar reconociendo, en nuestro dolor, que aunque mucho hablamos, nada sabemos. Y así, liberados provisionalmente de la cárcel de la vanidad, tendríamos ocasión de experimentar, en su profundidad, el mundo y las cosas.

* * *
En las cosas de fuera tal vez, pero ¿qué ocurrirá con los fenómenos esenciales de la vida, esos procesos interiores que nos definen como seres humanos y sin los cuales no somos nada?¿como saber si hemos experimentado alguna vez el amor real, la libertad real, la iluminación real, la sabiduría real? ¿como conocer si al decir amor, por ejemplo, dos personas distintas se refieren a lo mismo?¿sabemos la diferencia entre pensar que amamos y amar? ¿No es sospechoso que siempre, y en todo lo que nos es particular, vivamos envueltos en nuestros pensamientos, rodeados por un enjambre de sílabas inarticuladas?

¿Cómo saber si estamos viviendo una vida auténtica o si solo nos debatimos inútilmente enredados entre sueños y palabras, mientras la araña de la muerte espera a clavarnos su colmillo? ¿Cómo saber si vivimos en el mundo, con todo el Ser, o solo residimos en un rincón imaginario, en el sótano de nuestra cabeza?

A veces, en mi soñar despierto, siento un sospechoso olor a tierra y humedad, siento que en el pelo se me han quedado prendidos restos de telarañas, siento que me falta espacio alrededor, y luz, y que si alzo la mano en la oscuridad, hacia cualquier parte que sea pronto podría tocar una pared tan espesa como la piedra. No se escucha el menor sonido. Parece que vivo ciego, en un espacio cerrado en el centro mismo de la tierra.

¿Será esto un sótano? ¿habrá otra forma de vivir que no sea esta? Si hay salida ¿donde está?

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