domingo, octubre 07, 2007

Despertar

La Bella Durmiente. Kinuko Craft

I

Esta noche soñé con una ciudad que parecía conocer bien mientras duró mi sueño, pero luego, al despertar, supe que no existía en este mundo nuestro.

Había dejado abandonados ciertos objetos personales y queridos en algún lugar público, creo que una especie de pequeña marquesina cerrada, como una cabina telefónica. Era un refugio que protegía del frío y de la lluvia al viajero que, atento a lo evidente, supiera reconocerlo al pasar y quisiera detenerse unos momentos. Los dejé en aquel lugar no por olvido, sino porque debía volver a pasar por aquel sitio más tarde y nadie, que yo supiera, había nunca entrado allí más que yo.

Llevaba ya caminadas varias manzanas (recuerdo las calles, los edificios, los árboles) cuando pensé que aquel rincón no era realmente mío, que alguien podría pasar por allí y llevarse mis cosas al pensar que estaban abandonadas.

Volví pues, desandando deprisa el camino. Sentía cierta inquietud al recorrer de nuevo esas calles, más largas de lo que hubiera querido y que, a medida que avanzaba se me iban haciendo menos familiares. Y así hasta llegar a un lugar que todavía conocía, pero en el que ya dudaba de cual de los caminos debía tomar. En ese momento de indecisión, que se hizo interminable, con la inquietud de haber perdido los objetos que tanto necesitaba y quería, me desperté.


II

Justo en el instante de abrir los ojos a este mundo que compartimos, comprendí que aquello que tanto me preocupaba en el sueño, llegar a tiempo y recuperar mis cosas, era ahora completamente intrascendente. En el acto de despertar no solo aquellas pocas cosas mías, sino la ciudad entera y, aún más, el que transitaba por ella se habían perdido. Pero nada de todo aquello importaba al que despertó. Plena conciencia e interés nulo por aquellos mundos, así se podría definir su estado.

Y supe, con certeza, que esta ciudad en la que escribo ahora no es más real que aquella otra en la que mi conciencia caminaba en sueños. Ambas están fabricadas, me parece, de la misma sustancia: una especie de presencia cruda que ahora casi me siento capaz de tocar.

Y me surge la pregunta:

¿Si ese fue el despertar del sueño horizontal, por qué el otro Despertar ha de ser diferente?

En ese instante del Despertar se disipará este universo de ahora, que en realidad se llama Francisco. Se borrará en un momento, como si nunca hubiera existido. Y esto no tendrá ninguna importancia para el que despierta. Tal vez porque se sabe a la vez soñador y materia de la que se hacen todos los sueños. Francisco podría volver en cualquier momento si Eso quisiera pero, ¿para qué?.

Siento que en mis labios se curva la sonrisa, una sonrisa que brota desde adentro, como el pájaro gigantesco que anida en el Corazón y extiende sus alas más allá de si mismo.

Si algo mío sobrevive al Despertar creo que solo podrá ser esta Sonrisa.