viernes, junio 27, 2008

Aprendizajes (2). La felicidad ¿se sueña?

Arca de Noé

II

Frecuentemente, lo esencial del día no te espera en el lugar al que te diriges. Lo esencial te alcanza en el camino, antes de llegar o cuando ya has partido, en el tiempo y lugar en que menos te lo esperas.

A veces eso que llega, la Enseñanza de la Vida para Hoy, dura un largo rato y otras ocurre como en un relámpago. Cuando viene, muchas veces tu vas dormido en tu viaje, eres como un testigo muerto, pero otras felizmente estás alerta, y tu conciencia de ser pesa como un planeta y tu mirada es clara y tu mente y corazón poderosos e instantáneos.

III

Lo importante de mi hoy estuvo, como dije antes, en un vagón de metro.

Me encontraba en uno de esos asientos con espacio para tres. Enfrente, cara a cara, separadas de mí por un estrecho pasillo, había otras personas sentadas. El centro lo ocupaba una madre joven con un niño extendido en su regazo (imposible por su gesto que no fuera madre, imposible por su gesto que no fuera hijo). A la derecha una mujer muy gruesa, con los ojos hinchados y ojerosos. Y a la izquierda un hombre de piel oscura, pequeño y fuerte. “Bolivia” pensé, al contemplar su cara. Mi amiga blanca e india. Y recordé a Marie-SantaCruz-supelonegro y el sabor del amor a los veinte años.

Lo primero que me llamó la atención fue la expresión del niño. Reflejaba la mas completa felicidad. Los ojos entrecerrados, la mejilla apoyada sobre el pecho de la madre, con una mano en su cintura y en la otra sosteniendo un pequeño juguete. Todo lo que el niño anhelaba estaba allí con él. No hacia falta preguntar, bastaba con ver esa sonrisa en su cara, esa expresión de felicidad que no sospecha aun de la muerte.

Ese niño, no se como, había hecho el gran descubrimiento. Poseía el tesoro. ¡Era feliz!.

En cuanto a la madre, ya la cosa era distinta. También su sonrisa mostraba que llevaba con ella, ahora, lo más precioso del mundo. Pero, al parecer, esto no era ya bastante para hacerla feliz.

De la mujer gruesa, a la derecha, surgía de cuando en cuando una queja animal. Era un ruido gutural, casi obsceno, que ella profería sin pudor, como sin darse cuenta. Su cuerpo y su rostro reflejaban un dolor continuo e intenso, un sufrimiento que mantenía sus ojos permanentemente húmedos y le empujaba la conciencia al borde del animal, o de la locura. Pero su dolor no parecía físico. Era como si la raíz del daño estuviera en su cabeza, en la recurrencia tormentosa de sus pensamientos.

Y a la izquierda el hombre pequeño y oscuro. A través de su cuerpo, de su rostro y de sus ojos me hablaba un misterio que mi corazón presiente, pero mi razón no alcanza a entender todavía. Misterio de la piedra, ni feliz ni infeliz, misterio humilde y terrible del indio: “¡Soy!Aquí estoy y aquí me quedo”.

IV

Al ver a estos cuatro seres, y a otros muchos alrededor, cada cual distinto de los otros, cada uno con su mensaje en el rostro, con su vida, su vestido, su equipaje ... pensé:

"En el reducido espacio de este vagón conviven infiernos y paraísos, mundos diversos donde el ser humano se deleita y sufre tortura. Todos vivimos juntos en este estrecho espacio, la realidad “ahora” es la misma para todos y, sin embargo, unos son felices en ella y otros no.

Si el mundo ahora, o sea este vagón, es el mismo para todos, si todos somos humanos, si nuestro tiempo se mide por el mismo reloj, ¿por qué unos son felices y otros no? ¿por qué, con los mismos materiales unos fabrican felicidad, otros dolor, y otros ni una cosa ni otra?

¿Que tiene ese niño, sobre todo, que no tengamos los demás?

Solo una respuesta vino a mi: “Sus sueños”.

¿O tal vez será al revés?¿Tal vez los sueños, dolorosos, los llevamos nosotros?

La felicidad y la tristeza ¿se sueñan?
¿Son nuestros nuestros sueños?
¿se puede soñar lo que se quiera?"

jueves, junio 26, 2008

Aprendizajes (1). La felicidad, mañana

Hoja, agua y rocas

I

La Escuela está en todas partes.

A veces sus clases se imparten en vagones de metro a los que llegas dormido, como si fuera una mañana normal. Entras allí creyendo que solo vas a la oficina, o a la universidad, dispuesto a gastar tristemente el día para ganar la libertad de la media tarde. Y en esos vagones permaneces quieto mientras te transportan, viviendo uno de esos ratos muertos en los que la existencia es solo espacio en blanco, un puro reflejo sin conciencia. Hay momentos en la vida que son como llamitas tenues, que apenas existen mientras se van gastando, y luego desaparecen en la nada, sin fuerza siquiera para convertirse en recuerdo.

Crees, mientras estás ahí, esperando a que el viaje acabe, que lo importante del día está más allá. En el trabajo, quizá, en los éxitos a obtener o, por lo menos, en poder soportarlo todo y acabar la jornada con el corazón entero. Es seguro que en alguno de los resquicios del día espera la felicidad.

Y si no es hoy, será mañana.

Mañana, si, mañana es más probable… Casi todos los días de mi vida he sabido con certeza que hoy no sería feliz, pero que lo sería mañana.

La vida siempre es ahora, la vida nunca es “mañana”.

martes, junio 24, 2008

Burbujas (III)

Sin título

Dios creó el Mundo en siete días, según dicen.

Su Mundo, tal vez, pero el tuyo no. Tu mundo no existe, hasta que tu no lo creas.

Tu mundo es una burbuja en Su Océano, un pequeño vacío que se obstina en existir en la inmensidad del agua.

La burbuja, ¿es Océano también, o resistencia a Él?

La piel de mi conciencia es un beso a Dios. De un lado el Universo es suyo, del otro mío. Si la piel no existiera y no hubiera separación ¿como podría nacer un Beso?

domingo, junio 15, 2008

Razones

Rueda de la Vida. Parque Vigeland (Oslo)


Se que tengo razón y, a la vez,
estoy profundamente equivocado.
Pues mi razón es tan pequeña,
que no puede vivir en ella
la razón de mi adversario
.

Cuando se nos escapa el perro


I

Una de las señales más claras de que aquello en lo que creo no funciona: un “universo” atento a mis deseos, un “dios” a mi imagen y semejanza, un “mañana” en el que todo lo que espero ocurrirá...., es mi nula capacidad para evitar el dolor a los seres que están mas cerca. Y lo que es más, la repetida vergüenza de ser yo mismo, tan a menudo, el origen de ese dolor.

Digo, a propósito, “los seres que están más cerca” y no “a los que más quiero”, por evitar esta palabra resbaladiza, “querer”, que tiene sombras y huecos donde todos dicen que es pura y lisa, escondites por los que a menudo asoma la mueca del egoísmo más desvergonzado. “¿Querer?”, no olvides que estás en Babel, y cada uno da a las palabras el contenido que puede y quiere, más grande o más pequeño, según el tamaño de su conciencia y su corazón. Si eres un animal, tu amor tendrá largos dientes...

II

A veces uno se siente como cuando se le escapa el perro. Observas, impotente, que el animal enloquece de rabia y, en un instante, siembra a mordiscos el dolor a tu alrededor. Hiere primero, y con más saña, a los que están más cerca de ti, a los que más aprecias y quieres. Sobre ellos cae ese perro con su mayor salvajismo.

No eres tu, ya lo se, es él, es tu perro... Pero te sientes responsable, porque tu mimaste a ese animal, lo protegiste, lo alimentaste... El “perro” es un ser al que tu mantienes vivo cada día. ¿Y para que?... ¿Quien sabe? Quizá es tu único amigo, que lucha por ti cuando lo necesitas. Quizá te hace sentir poderoso. Ahora que lo pienso... tal vez incluso pudieras ser Rey, si él quisiera ser tu siervo.

Pero, como decía, algo en todo esto no funciona y... ¡a mi se me escapa el perro!

viernes, junio 13, 2008

Abrazo


Dos magos, soñadores del agua y de la luz
y creadores de mundos en la conciencia felina.

Comprendiendo

Fuente. Parque Vigeland (Oslo)



Buscaba a Dios en mi,


pero está en Nosotros


martes, junio 10, 2008

Burbujas (II)

La Escalera de Jacob. William Blake.

II

Al camino de siempre, que está hecho de asfalto o arena y tiene ya principio y final, no se le ama porque viva y permanezca con nosotros en el andar, sino por todo lo contrario: porque acabará y lo olvidaremos, alcanzando ese lugar de ensueño al que creemos dirigirnos.

¡Que tristes parecemos en la vida, al caminar! ¡que ciegos y que endurecidos! Llevamos en la cabeza el sueño de la felicidad futura y la promesa del más allá se convierte a menudo en desprecio de lo que está más cerca.

Estos caminos del mundo en los que estamos sin estar, olvidados nuestros pies mientras caminan, con el corazón en la mirada y la mirada puesta a lo lejos, creyendo vislumbrar lo que aun no existe... (Y si no existe ahora, ¿cuando existirá?) Los seres, las cosas, los paisajes que vienen, nos llegan y ya se van marchando, sin apenas ser recibidos.

¿Por qué trato al Mundo como si fuera un siervo? Al mundo y a los seres que me trae el mundo: a mi cuerpo, a mi mente y a mi corazón, y a la envoltura de todo, eso a la que llamo “yo mismo”.

Me dejo servir por todos sin siquiera mirarlos, como si fueran objetos, como frascos de vidrio a los que se deja a un lado, transparentes, cuando se ha agotado su contenido. Mi atención está puesta en mis sueños, y no sobre estos seres de carne y hueso, de polvo y sangre, de piedra y de profundidad, en los que se sustenta mi vida.

Algunos de estos seres que nos trae el camino durarán un tiempo en la memoria, como fantasmas que se niegan a marchar pero a los que ya no queda sangre o sustancia para pintar en colores la luz, acariciar la tierra o provocar sonido; otros permanecerán apenas un instante con nosotros pero, a la mayoría, ni tan siquiera alcanzaremos a verlos.

Y en ese tiempo vacío será como si no hubiéramos existido: nosotros por no sentir, ellos por no ser sentidos.

Si no hubiera Algo más grande que yo en alguna parte del Alma…, si la Creación entera dependiera solo de mi vida y mi conciencia ¡que Universo más pobre sería el nuestro!!que enormes lagunas de olvido!¡que eternidades de no existir!¡que cuerpo inmenso para mis planetas y soles del que nadie podría recordar las manos, los ojos, o el corazón!

lunes, junio 02, 2008

Burbujas ( I )



I

En nuestro tránsito por el Hombre, a lo largo de esta experiencia de cuerpo y conciencia que llamamos vida humana, ocurre algo parecido a lo que pasa al andar cualquier camino sobre la Tierra.

Los pasos nos llevan, los ojos puestos en la búsqueda interior, por distintas comarcas. Los paisajes del alma cambian bajo la luz del sol o de la luna. Y lo que pasa fuera, y lo que pasa dentro, son como hermanos gemelos separados por un espejo. ¿quien sabe cual es la imagen y cual el reflejo?

A veces el mundo, ahí fuera, tiene frío. Otras languidece de calor, y el camino se vuelve una lengua larga y muda, de arena seca. ¿Cuanto tiempo he permanecido sin hablar porque el mundo endurecido en el que vivía no fue capaz de articular una sola sílaba?¿Y cuantas veces mi tristeza juntó las nubes en el cielo y llenándolas de congoja les hizo llorar?

Los paisajes que llegan de fuera a veces son tan extraños que nos obligan a despertar del sueño interior, con un sobresalto, a devolver nuestra conciencia al cuerpo. Entonces, en ese instante, como si el mundo inmenso apoyara el pie sobre la punta de una aguja y en ella se balanceara, todo el espacio y el tiempo se juntan entre tus ojos, o sobre tu corazón. Se abrazan en ti todas las cosas, y lo que era y lo que es se vuelven uno contigo en este punto único del Ser que eres, en este aquí y ahora.

El espejo se rompe por un instante, eterno o fugaz instante, y reconocemos como en un relámpago que nunca estuvimos solos, que la Gran Vida en la que existimos es consciente de nosotros, que caminamos sobre el Misterio como sobre la piel desnuda y alerta de un extraño planeta, de un Poeta incomprensible de la vida y de la muerte.

domingo, junio 01, 2008

Y dijo Jesus:

Madre Primordial. Johfra

Hágase en mi,
según Tu Palabra