jueves, junio 26, 2008

Aprendizajes (1). La felicidad, mañana

Hoja, agua y rocas

I

La Escuela está en todas partes.

A veces sus clases se imparten en vagones de metro a los que llegas dormido, como si fuera una mañana normal. Entras allí creyendo que solo vas a la oficina, o a la universidad, dispuesto a gastar tristemente el día para ganar la libertad de la media tarde. Y en esos vagones permaneces quieto mientras te transportan, viviendo uno de esos ratos muertos en los que la existencia es solo espacio en blanco, un puro reflejo sin conciencia. Hay momentos en la vida que son como llamitas tenues, que apenas existen mientras se van gastando, y luego desaparecen en la nada, sin fuerza siquiera para convertirse en recuerdo.

Crees, mientras estás ahí, esperando a que el viaje acabe, que lo importante del día está más allá. En el trabajo, quizá, en los éxitos a obtener o, por lo menos, en poder soportarlo todo y acabar la jornada con el corazón entero. Es seguro que en alguno de los resquicios del día espera la felicidad.

Y si no es hoy, será mañana.

Mañana, si, mañana es más probable… Casi todos los días de mi vida he sabido con certeza que hoy no sería feliz, pero que lo sería mañana.

La vida siempre es ahora, la vida nunca es “mañana”.

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