domingo, marzo 29, 2009

El bien y el mal, expulsados del Paraiso


I


Ser bueno no es portarse bien. Portarse bien es hacer las cosas como los demás esperan.

¿Existe el bien más allá de la voluntad de los sacerdotes y de los poetas?
¿más allá del miedo a ser rechazado, encerrado o muerto por los que nos rodean?

II

De niño me explicaron cómo se pierde el Paraíso.

Basta con comer del Árbol del Bien y del Mal (es un árbol, y no dos. El bien y el mal han de estar abrazados, para que la manzana exista).

Y es preciso comer, no solo tocar y ver, no solo soñar que se ha comido, porque al comer incorporas en tu naturaleza el alimento que tomas. Al comer la manzana de aquel Árbol, el Hombre se hizo a la vez bueno y malo.

¿Por qué el Paraíso toleraba en el Árbol lo que luego en Adán le resultó insoportable?

La expulsión de Adán y Eva siempre me produjo una profunda tristeza. Los veía en dibujo, desnudos y llorando, caminando despacio y sin esperanza. El ángel de la espada ardiente, sobre ellos, se convirtió para el niño que yo era en enemigo del Hombre, en lacayo de la violencia contra el corazón.

Luego pasaron los años, y comprendí que nuestro primer impulso no siempre es el más generoso y, además, rara vez nos conduce a la verdad. La verdad se rumia entre los dientes, como la vaca el heno, se planta y se espera con el corazón, como al trigo, como a la flor de las margaritas.

No creo que la expulsión exista. ¿Expulsar adonde? Tal vez un imaginario Jehová, absorto en la justicia, pudo observar con complacencia la marcha de aquellos seres, que a mí tanto me hacía llorar. Pero ese Jehová es solo la imagen deformada de Dios cuando se le contempla con ojos primitivos. Cristo, una imagen más moderna, no lo hubiera permitido.

¿Y qué hubiera hecho el Dios real, el Innombrable, el que está por encima de Cristo y de Jehová y de todas las demás representaciones?

No creo que la expulsión exista. Pero si que creo en la pérdida. En el sueño. En el olvido.

Ser bueno no es portarse bien. Pero ¿qué es el bien? ¿por qué Adán tuvo que marcharse, olvidarse del Paraíso, envejecer, morir?

¿Se puede ser bueno, sin ser malo?

domingo, marzo 15, 2009

Visita el Interior de la Tierra.(Vitriol 2)


I

Soñé que miraba alrededor, sintiendo que todas las cosas maravillosas estaban ahora abiertas y huecas, como los cascarones vacíos del milagro. Uno tras otro los pájaros dorados habían volado. Tocaba los objetos, uno a uno, y las personas, y solo percibía ecos repitiendo sonidos vacíos, carentes de significado.

Sentí, con dolor, que el milagro nunca estuvo ahí. Y, sin embargo, aun percibía en torno mío, con tanta fuerza como siempre, el perfume de la maravilla. Mi mente no comprendía. Me hablaba de atravesar el mar, de llegar a las altas montañas del Tibet y de la China. “Dicen que en el desierto del Gobi está Shangrilá...”-me susurraba, tentadora.

Pero tu vista no puede gozar del jardín de rosas, si a tu nariz llega el hedor de un perro muerto.

El olfato fue mas fuerte que el sueño de la razón. Y el golpe de estado de la mente no triunfó por mas tiempo, ¡demasiado duraba ya! El cuerpo entero se levantó para sofocarlo.

Y comprendí con el instinto, con la piel del presentimiento, que el milagro estaba dentro de mí y, sin embargo, todavía inalcanzable.


II

Mi casa no soy yo, mi profundidad no es mía. Me asomo a mi mismo como al brocal de un pozo.

Presiento el Tesoro, quisiera abrazarlo ... ¿pero como?

sábado, marzo 14, 2009

VITRIOL


Visita Interiora Terrae, Rectificando Invenies Occultum Lapidem”
(Visita el interior de la tierra, rectificando encuentras la Piedra Oculta)

I

Extraño empeño el de los alquimistas. Buscan a Dios no en el cielo, ni en el hombre, y ni tan siquiera en el animal, sino más abajo aún, donde los animales pisan. ¿Hay algo más bajo que eso?¿Satanás, tal vez? Buscan a Dios entre los minerales, en el suelo de la tierra, en el techo del infierno.

De niños nos enseñan justo lo contrario, nos animan a mirar al cielo. Nos dicen que en el hombre hay cualidades animales y divinas, y que hay que pedir a Dios que alimente a estas últimas desde lo alto: el amor, la piedad, la fraternidad entre los hombres. Las cualidades divinas siempre llegan desde arriba, como la lluvia, como la luz del sol.

Eso nos enseñan de niños, y la memoria de un niño, ya se sabe, es como una piedra inerte en la que muchas cosas quedarán grabadas para siempre.

El saber si ocupa lugar, cuando se convierte en creencia. Las creencias son celosas, y solo toleran hermanas gemelas alrededor. Si las cualidades divinas llegan de lo alto, entonces hay que mirar al cielo, aun corriendo el riesgo de que los pies tropiecen.
II

Ayer, mientras subía caminando la cuesta que me lleva al trabajo de todos los dias, los ojos resbalando hacia arriba por el suelo de cemento, súbitamente me di cuenta de algo: Si Dios-Hombre nació, según dicen, en un establo y entre animales, ¿por qué las cualidades divinas tendrían que nacer más alto?

Hay veces que la mente, de pronto, pone palabras a lo que el corazón hace tiempo que ya ha comprendido.

Las cualidades divinas en el hombre no llegan desde lo alto. No nacen, como los relámpagos, en el centro de una nube, ni en la mirada del sol. Las cualidades “divinas” del hombre nacen de lo más profundo del ser humano, y llegan arriba envueltas por su naturaleza animal. Son como recién nacidos, que lanzan su primer grito manchados de sangre y de suciedad.

III

Si no hubiera muerte, y tuvieras que vivir para siempre en un espacio cerrado con tu peor enemigo, ¿cómo lo harías? Primero inventarías la tolerancia para no sufrir, y luego, si fuera posible, el amor al Otro, para ser feliz.

La tolerancia, la caridad, el amor, tal y como los entendemos los hombres no son cualidades divinas, sino habilidades adaptativas que nos permiten sobrevivir emocionalmente en entornos hostiles. Son el lubricante que nos evita dolorosos roces en el día a día.

¿Y qué mejor medicina para la soledad y el sinsentido que dejarse caer, a veces, enamorado?

IV

El amor es invento del hombre, como la justicia, o como el arte. Hay amores como los bisontes de Altamira, sentimientos toscamente pintados en la roca por un Cromañon. Y hay amores como la Monna Lisa y aún más sutiles, todavía no expresados.

Los sentimientos, después de inventados, se cultivan y se desarrollan hasta lo sublime, como la pintura. Los amores se nos van convirtiendo poco a poco en Amor.

Sin embargo, ignoro aún lo que pueda ser ese Amor extremo, con mayúsculas. El mundo de las ideas de Platón tal vez existe, y lo transitan los dioses, reunidos como dedos en la mano de Dios. Pero yo, hoy por hoy, soy solo un alma en tránsito por el cuerpo de un hombre. Voy caminando a gatas, los ojos clavados en el suelo, abrazado a la madre tierra, hasta la muerte.

sábado, marzo 07, 2009

Volvio la Voz


Esta mañana, al despertar, me había vuelto la voz. No la voz de todos los días, sino la que puede llegar hasta la Cruz del Rayo.

En la vida estuve en muchas escuelas: tuve fortuna para entrar, paciencia para permanecer, fuerza para poder salir. En ellas conocí a muchos compañeros, pero no habitaba allí ningún Maestro.

No es desagradecimiento hacia quien me ayudó a aprender, al contrario. ¡Es agradecimiento supremo! Agradecimiento que sube hasta los ojos y toca el borde de las lágrimas. Agradecimiento que baja a las manos, pidiendo trabajo y acción.

Benditos sean esos compañeros, ni más sabios ni más fuertes que yo, que tuvieron la osadía de disfrazarse de maestros. Ellos sostuvieron el vacío sobre nuestras cabezas, creando la mentira mágica que nos permitió aprender. ¿Acaso alguno de ellos fue consciente de su impostura?

Pero ahora, que vuelve la voz, me pregunto: ¿Por qué ellos, y no yo, fueron los crucificados? En este planeta de hermanos ¿por qué unos trabajan como padres, sudando el sueño de los que desean ser hijos para siempre?