sábado, marzo 07, 2009

Volvio la Voz


Esta mañana, al despertar, me había vuelto la voz. No la voz de todos los días, sino la que puede llegar hasta la Cruz del Rayo.

En la vida estuve en muchas escuelas: tuve fortuna para entrar, paciencia para permanecer, fuerza para poder salir. En ellas conocí a muchos compañeros, pero no habitaba allí ningún Maestro.

No es desagradecimiento hacia quien me ayudó a aprender, al contrario. ¡Es agradecimiento supremo! Agradecimiento que sube hasta los ojos y toca el borde de las lágrimas. Agradecimiento que baja a las manos, pidiendo trabajo y acción.

Benditos sean esos compañeros, ni más sabios ni más fuertes que yo, que tuvieron la osadía de disfrazarse de maestros. Ellos sostuvieron el vacío sobre nuestras cabezas, creando la mentira mágica que nos permitió aprender. ¿Acaso alguno de ellos fue consciente de su impostura?

Pero ahora, que vuelve la voz, me pregunto: ¿Por qué ellos, y no yo, fueron los crucificados? En este planeta de hermanos ¿por qué unos trabajan como padres, sudando el sueño de los que desean ser hijos para siempre?

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