martes, noviembre 28, 2006

Certezas

Anciano de los Dias. Blake

I

Si te dan una hoja en blanco en la que hay pintado un cierto número de puntos y te piden que traces una línea recta en ella, el problema tiene fácil solución… con tal de que te olvides completamente de los puntos dibujados o, al menos, no te empeñes en juntar con tu recta más de dos puntos diferentes.

Me parece que el nivel de certeza de un ser humano es inversamente proporcional a su capacidad de comprensión. Cuanto más olvida, cuanto menos comprende (bien por incapacidad natural, bien por decisión consciente), tanto mayores son sus certezas.
II
Aquel que se siente nacer de pronto, en mitad del vacío, entre un instante y otro, como surgido de la Nada, nada comprende... pero es todo certeza.

¡Soy!

Y ese ¡Soy! es ingrávido y, a la vez, pesa como cien mundos.

sábado, noviembre 25, 2006

Remolino

Tormenta tropical. H. Rousseau


I



Este cuerpo no soy yo.

El perfume, no es la rosa.




II



En nube se va convirtiendo el mar,

y el perfume de la rosa,

en rosa.

miércoles, noviembre 22, 2006

Trabajo (I)

Atlas Building. Rockefeller Center. New York


A veces soy testigo de un extraño fenómeno. Me encuentro, por ejemplo, sin energía ni ánimo para enfrentar cierta tarea que, por algún motivo, siento que es preciso realizar. (¡caramba! ¿qué iba a ser de todo el enorme tinglado “de ahí fuera” si yo no colaborara para sostenerlo?). Y es entonces, precisamente, cuando llega lo extraño… de pronto me siento con la energía necesaria para trabajar. Es como si se me hubieran recargado todas las baterías de un solo golpe.

Lo mismo me ocurre con otras “cualidades” útiles para la vida: sentido del humor, imparcialidad, resistencia, tolerancia… y, sobre todo, con la capacidad de vivir esta cotidiana rutina (que temo se acabará volviendo eterna) día tras día, como si cada vez fuera una ocasión distinta. Basta con invocar lo que necesito para que, a veces con cierto esfuerzo, finalmente aparezca.

¿Tengo asignado un esclavo en el Cielo, permanentemente atento a mis necesidades? ¿un ángel psíquico que vive pendiente de mí, de mis labios, para cumplir mis menores deseos apenas pronunciados?

O por el contrario, ¿soy yo mismo un esclavo, al que se proporciona a la vez la orden de actuar (haciendo que parezca surgir de entre mis propios deseos) y la energia necesaria para poder cumplirla?

No tengo las respuestas, pero no creo que el ángel esclavo o el astuto manipulador sean necesarios. Más bien me suenan a despilfarro. Un Dios economista no los toleraría, probablemente, en su Creación.

Me parece que el hecho de que el mundo sea irreal (o al menos lo sea nuestra réplica personal de él) tiene una ventaja básica: basta con imaginar vivamente lo que necesitas, para tenerlo. En el mundo de lo imaginario no puedes soñar sin crear, al mismo tiempo, lo soñado.


¿En verdad es posible que toda esta historia, el hilo de mi biografía y el espacio del mundo en el que la vivo, la esté escribiendo “Yo” de alguna misteriosa manera? ¿El mundo está en mi cabeza, como dice Valmiki? ¿Soy “Yo” el creador del mundo?

Si no soy yo el que escribo mi propia historia ¿por qué tengo la sensación de saber lo que va a ocurrir? y si en verdad lo soy, me pregunto con ansiedad, ¿por qué ninguna Navidad me ha tocado la Lotería?

viernes, noviembre 17, 2006

El Retorno de los Brujos (I)

Paisaje Alquimico


"Hay otros mundos, pero están en este"


Hace unos cuarenta años, Louis Pauwels y Jacques Bergier, el primero un poeta ex discípulo de Gurdjieff y el segundo un científico famoso por sus experimentos con el “agua pesada”, publicaron “El retorno de los brujos”. Este libro, una maravillosa enciclopedia de “el otro conocimiento”, escrito con poesía en el corazón, inteligencia en la cabeza y una mano dotada con la habilidad comunicadora de los buenos periodistas, tuvo un éxito inmediato.

Su aparición provocó una autentica “explosión esotérica” que se prolongaría por décadas, llegando, incluso, hasta el momento presente. Inmediatamente, y a su luz, comenzaron a proliferar los “buscadores”. Eran gente inquieta, intelectual, ingenuamente convencida de que lo que merece la pena saberse está escrito en los libros, descontenta con la “educación oficial”, con la religión establecida y, en general, con el espíritu estupidoracionalista y consumidor de nuestra época. Con la miel en los labios, después de haber leído “ El retorno…”, buscaban ahora en “lo oculto” un camino de liberación de su propia angustia y, ¿por qué no?, también de su aburrimiento.

En “El retorno…” se hablaba de alquimistas, de sociedades secretas, de magia, de antiguas civilizaciones desaparecidas, del otro mundo, de astrología… y a la sombra de su éxito proliferaron como setas las denominadas colecciones “esotéricas”. Se trataba de conjuntos de libros escritos por una variada gama de autores, la mayoría de ellos simples oportunistas que pretendían divulgar supuestos conocimientos vedados hasta entonces para la mayoría de nosotros.

Poco imaginábamos los que buscábamos con avidez entre esos libros que la mayoría de ellos no eran más que la respuesta de la sociedad de consumo, en la que vivíamos, a una nueva demanda surgida en su propio seno: el deseo de sorpresa. Quienes antes escribían por encargo novelas policíacas o de ciencia ficción ahora, apoyados en algún libro divulgativo, se atrevían a compartir con nosotros su recién adquirido conocimiento de los antiguos misterios. Y nosotros, asombrados, leíamos en un libro y otro maravilla tras maravilla, incapaces de distinguir la verdad de la fantasía. Pero también se encontraban autenticas obras maestras, casi todas escritas muchos años antes del libro de Pauwels y Bergier, y desconocidas hasta entonces por la mayoría de nosotros.

En la España de esos años, si mal no recuerdo, fue Plaza y Janés la editorial que lanzó la colección pionera de libros “esotéricos”. Su nombre era “Realismo Fantástico” y llevaba como lema una frase extraída del propio “Retorno de los brujos”:


“Hay otros mundos, pero están en este”


Yo era un niño entonces, y el recordar todo esto me trae ahora el mismo perfume antiguo, hermoso y muerto, como de flor seca, de cuando veo alguna vieja película por televisión. Me parece que muchas de estas cosas proceden de otro mundo, de un mundo en el que he estado, pero al cual nunca he pertenecido. Un mundo ingenuo y simple, a la manera de los niños. Con esa simpleza e ingenuidad que se miran con benevolencia, pero que no se admiran, porque surgen de la ignorancia, de un desarrollo incompleto, y no de ese consciente sacrificio, de ese proceso de purificación por el que voluntariamente renunciamos, a veces con dolor, a lo que sabemos falso.

domingo, noviembre 12, 2006

Lo que se da cuenta.

Fuji. Hokusai


Cuando recuperas la conciencia de tí es como si regresaras de un largo viaje.

“Vuelvo a ser yo, ahora, pero hace un instante no lo era”.

Es como si nacieras mientras vas caminando, cruzando las calles de tu ciudad o vagando por los campos de las afueras. Naces entre un paso y otro, entre dos miradas a mujeres distintas, entre una y otra respiración.

Pero ¿quien nace?¿quien eras un instante atrás?. Lo que antes fueras está cruzando su noche y su sueño, bajo la sombra de lo que eres ahora. Pero no ha muerto, y en algún momento volverá, parpadeando y diciendo ¿donde estaba?¿de donde vengo?

Como un incendio que ahora ardiera en un árbol y luego en otro, y en otro más allá y luego volviera al árbol primero. Como un jardín en el que fuera a la vez invierno y primavera, y nacieran los árboles, y murieran, para volver a nacer al momento...

No soy el que ahora escribe. No soy el que yo era. No soy el jardín. No soy el incendio. Soy, tal vez, lo que se da cuenta
.

En la playa de los naufragios

El Mar de Hielo. Friedrich


Una semana hace que no escribo. Retorno al blog como si volviera de un largo viaje por lugares lejanos y desconocidos.

Amado blog, o lector sin rostro que le das la vida.... si perdí el contacto contigo, si no estabas en mi alma mientras yo vivía...¿como explicarte lo que no viste conmigo? ¿como hablarte de lo que ni imaginas?. Las palabras resbalarán como lluvia por tu cara y formarán pequeños charcos redondos junto a tus pies. Bastará con que te muevas al dar un paso y ya quedarán atrás, como si nunca hubieran existido.

Es como encontrarse con alguien a quien amaste hace años, una antigua novia quizás, o quizás tu anciana madre, o el gran amigo de la infancia, ahora ya maduro y con hijos crecidos. Todo cambia, aunque no cambie nada. Y a veces el diálogo, hasta con quienes fueron casi tu mismo, se vuelve imposible. La gran felicidad que esperabas en el reencuentro se torna incómodo silencio.


Estoy aquí. Estoy ahora. No merezco el amor mas que otro cualquiera, ni el sufrimiento, ni la pena. Ni mas ni menos. ¿Merecer? ¿Y que significa?. La justicia es un invento de los hombres y existe solo mientras ellos miran. Todo lo que no es humano no es justo ni es injusto, ni lo fue jamás, ni lo será nunca; solo es lo que es, sin apellido alguno.

Nacemos en cada momento nuevos, libres, transparentes, sin culpa ni mérito. ¿Por qué no lo creemos? ¿Por qué nos aferramos a una falsa identidad? El karma lo inventó nuestro miedo al vacío. El karma: la carne y la sangre con los que moldeo lo que imagino ser. No lo soy, ¡y está bien! pero ¿por qué lo imagino? ¿que me falta?¿que busco que no tenga ya?

Querido blog, o lector sin rostro que le das la vida, sigo aquí, incomprensible, triste y alegre a un tiempo, siempre en lucha, ganándola y perdiéndola. Aquí sigo, en el borde de las cosas, siempre de pie en la playa de los naufragios.

domingo, noviembre 05, 2006

Sueño y Despertar (II)


A ciegas. Bradbury. (portada del libro por Emecé. Detalle)

Y no vale con decir: ¡no, yo estoy ya despierto!. ¿En alguno de tus sueños, uno solo, te diste cuenta de que dormías? Solo comprendes que estabas dormido cuando despiertas, al comparar lo que eres con lo que fuiste al soñar.

Existe incluso, para ciertos espíritus, el sofisticado sueño de creer que no solo están despiertos, sino que además Trabajan. Pero, con frecuencia, quien realmente actúa es el cuerpomente en que viven, que se mueve realizando aquello para lo que fue creado.

Es como el niño que va en un coche e imagina que él lo conduce porque mueve las manos en el vacío, como si llevara un volante.

“Si que lo conduzco papá. ¿no ves? el coche va siempre por donde yo quiero, me lleva siempre hacia casa”.

La única cosa que necesitas para proteger tu sueño, o sea para dormir pensando que estás despierto, es creer que tu instinto (la programación de tu máquina) y tu voluntad son la misma cosa.

El cuerpo-máquina está funcionando en piloto automático, mientras el Espíritu Conciencia vive enterrado en el jardín del Sueño, en lo más profundo del Corazón del Limbo.

Cuando te das cuenta de que uno y otro no son la misma cosa, la lucha entre los dos comienza; ya se ha Iniciado.

Sueño y Despertar (I)

El Diablo. Tarot de Waite


Hay en el comportamiento de mi cuerpomente (de mi máquina) y en el de mis vecinos por lo que veo, algo de masculino y algo de femenino.

Tiene de femenino el hábito de hacer de cada cosa un nido, de cada instante un hogar. No importa que el camino continúe, no importa que parásemos el tiempo justo para descansar, ahí está mi parte femenina limpiando y retocando, volviéndolo todo curvo, poniéndolo bonito. Y tiene de masculino el andar siempre como un alma errante, buscando un sitio donde cobijarse. En cuanto siente que algo es receptivo y acogedor, aunque sea un frío y húmedo agujero, aunque sea un soso y aburrido instante entre otros mil instantes, ahí se arrebuja y quiere quedarse.

Una vez y otra caigo en el pecado de Fausto, o de Goethe: "¡instante regresa y no pases nunca jamás!" .

Creada la rutina, y adherido tu comportamiento a ella, caes en una especie de sopor del que es muy difícil despertar. La única forma sería soportar voluntariamente cierta dosis de dolor, justo lo necesario para darse cuenta de lo que está sucediendo, y poder levantarse.

Pero si por el contrario, y como ocurre normalmente, en medio de esa especie de soñar despierto decidieras buscar solo la felicidad, entonces estás perdido, pues la única felicidad de la que eres consciente es la de la propia máquina. Eludirás todo esfuerzo, todo dolor, aunque vinieran para despertarte, viviendo la vida entera en un profundo sueño al que solo la muerte pondría su punto final.

“¿Y que más da, si vivo feliz?”, oigo decir dentro de mí a una vocecita.

"Si vives feliz, ¡claro!. Pero ¿es que dormir es vida?."

Cuando por la noche duermes y tu cuerpo descansa, ¿donde estás tu?¿cual es tu vida?

viernes, noviembre 03, 2006

E=mc2. ¿Que diablos querrá decir con eso?



He aquí algunas posibilidades:

1.- ¿E(spiritu) = m(áquina) con un c(abreo) al cuadrado?

(o sea, ¿surge el alma del sufrimiento del cuerpo, necesario para trascender nuestros condicionantes mecánicos?)


2.- ¿Espiritu (Ser) = Cuerpo a la velocidad de la luz al cuadrado?

(¿Cuerpo y espíritu son, en el fondo, la misma cosa?. ¿El alma-conciencia aparece a partir de cierta intensidad de vibración-dolor y no antes?)

o, también, pasando la velocidad al otro miembro de la igualdad:

3.-¿Cuerpo = Espiritu frenado?

(Si la matriz del alma, el cuerpomente, es un manojo de hábitos, para cambiar el alma, ¿bastaría con cambiar los hábitos?)


Mmmm...




jueves, noviembre 02, 2006

Idiotas y Absortos (V)

El Arbol Energía


El milagro de lo evidente


He observado que los Idiotas, cuando hablan, casi siempre lo hacen de la misma cosa: del milagro de lo evidente.

No de lo evidente en sí, sino de su milagro.

Y quizá es por ello por lo que la palabra idiota ha terminado usándose como sinónimo de necedad.

Las personas resbalamos por la superficie de la vida como sobre patines, apoyándonos en lo evidente, pero sin tocarlo en realidad. Contemplamos, sin verlas, las cosas que nos son familiares hasta el día de su pérdida. Y entonces, a pesar de nuestras lágrimas, tampoco las vemos a ellas, sino al drama de su ausencia, ese que, momentaneamente, nos hizo descarrilar. No nos damos cuenta de que la maravilla de los seres no está en el día que faltan sino, precisamente, en que ahora están.

Es como el que quiere abrazar el cuerpo desnudo de la Vida sin despojarse antes de sus abrigos de piel. De su abrazo, por muy largo y apasionado que sea, solo recordará luego el roce con sus propios trapos. Pero si alguien, que se desnudó hasta el corazón para abrazar a las cosas en su esencia le habla de la maravilla, el otro le preguntará, asombrado “¿como lo hiciste?”. Y al escuchar que no hay secreto alguno, salvo el de estar desnudo y despierto, que un abrazo es un abrazo, que un árbol es un árbol, y un pedazo de tierra es tierra, pensará que ese “iluminado” obtuvo, necesariamente, el mismo resultado banal que él.

Entonces, riéndose entre burlas se apartará diciendo

“¡Y lo cuenta como si hubiese descubierto algo! ¿será idiota?”

miércoles, noviembre 01, 2006

Idiotas y Absortos (IV)


Hablar o guardar silencio

Hay, entre los Idiotas, algunos que hablan y otros que guardan silencio. No son los unos más sabios que los otros, según creo, ni lo son menos. Sencillamente hay quien está dispuesto a jugar el juego de las palabras y quien no lo está.

Advierto, que tal vez esta opinión mía surja de algún defecto de visión, pues mi experiencia personal indica que son mucho más numerosos los silenciosos que los que se deciden a hablar. Además, “Querer, Saber, Atreverse y Callar” son los cuatro verbos de quien pisa el Camino, según nos cuenta la tradición. Yo no digo a esta frase ni que si ni que no, pero agradezco a su autor que no se aplicara el cuento, compartiendo su consejo con nosotros en vez de callarlo.

Pero tengo lo que tengo. Y mi vista, miope o no, distingue mejor el milagro de la palabra que el del silencio. El silencio es un portento permanente y mis ojos y oidos, ya acostumbrados, se han vuelto ciegos y sordos a él. El Silencio siempre estuvo ahí, siempre está ahí, siempre estará ahí cuando dejemos de hablar nosotros. La palabra, sin embargo, surge como un chispazo de la Creación, permanece un momento en el aire y explota. Tiene el alma del relámpago y el valor fugaz de lo que existe un instante, para despues morir. Tal vez luego vivirá su recuerdo en otros, pero el relámpago no ..., él ya no.

Aunque, bien mirado, en este mundo mezclado al que animamos con nuestra consciencia, el silencio y la palabra son solo materiales de construcción. Con el silencio y el vacío creas el espacio del mundo y con la palabra y el sentimiento las cosas con qué llenarlo. Lo que envuelve y lo que llena, la hembra y el macho.

El silencio se nos va quedando triste, como una casa vacía y estéril. Las palabras, por su parte, nos nacen desvalidas, como hijos húerfanos que buscaran un hogar.

¿Como podría hablar si tu no estuvieras callada?

Comprendo ahora que la elección no es jugar o no jugar al juego de las palabras. Ambos, los que hablan y los que callan, están en un juego superior.

Doy las gracias a Eso, que es Silencio y es Palabra. Doy La gracias a los que callan, para que se pueda hablar.