sábado, julio 28, 2007

Caminos (III)

Puente del Diablo. Turner



Cuando sigas un camino hazte solo una pregunta:

si ese camino que llevas tiene corazón.


(Comentario de don Juan a Carlos Castaneda)

viernes, julio 27, 2007

Caminos (II)

Londres desde los ojos del Puente de Westminster. Canaletto


I


El camino nace con la distancia, con la nostalgia entre aquí y allí, entre ayer y hoy, entre lo que soy y lo que puedo ser.

Nace con la nostalgia y vive tendido en ella como sobre una amante, cubriéndola, dejándose envolver. Los dos se funden en un solo ser, y en un solo ser viven fundidos. Si se separan alguna vez, por un instante, solo es para mirarse con ojos de hombre y mujer, y abrazarse luego con mas fuerza. Nostalgia y camino, es así como el vacío se convierte en puente.



II


En el Uno no hay caminos. El camino surge cuando somos dos, nos nace como si fuera un hijo. No hay camino en mi corazón, sino entre tu corazón y el mío.


III


La distancia es el cuerpo del espacio, tal vez, y el camino su motivo: que la distancia se recorra, que la tristeza se agote, que se reúna otra vez lo que ya estuviera unido.

Es como si al espacio le naciera el alma y, con el alma, la piedad. Y en su piedad por vernos lejos, tan solos, el corazón se le hiciera sólido y el cuerpo, tangible. Como si el espacio invisible, al tocarnos, se diera cuenta de sí, se volviera consciente de que él mismo también existe.


IV


Todos nacemos de dos, en mitad del sueño, como nacen los caminos. Todos vivimos en nuestro vacío, y lo llenamos con dibujos de niño soñador, como a las blancas páginas de nuestro primer cuaderno.

Pero un día nos nace el corazón, y la conciencia y, con ellos, el llanto sin lágrimas.

Y comprendemos que somos a la vez soldado y obrero. Que estamos aquí para construir un puente, para defenderlo y cuando ya sea parte el paisaje, entregárselo al mundo y partir.

Haldan Road Sunset. Carol Ubben

domingo, julio 15, 2007

Caminos (I)


Tan dificil es el paso

por el filo de una navaja,

como duro es, según los sabios

el camino de la salvación.


Katha Upanishad


Siempre me gustó este verso, desde que lo leí, como una cita, en "El filo de la navaja" de S. Maugham.

Entonces era aún un niño, y desde ese día, al repetirlo, siempre quedé prendido en el asombro, por la fuerza evocadora de sus palabras.

Ahora, sin embargo, con algo más de experiencia, considero que no es tan dificil recorrer un camino como construirlo.

Y ¿como se podría recorrer un camino, sin levantarlo primero, palmo a palmo, piedra a piedra?

Por lo demás, lo que en verdad me admira, es mi arraigada creencia de que existen motivos para recorrer algún camino, cualquiera que éste sea.

domingo, julio 08, 2007

Sin corazón

El corazón de la Via Láctea (Sagitario, Escorpio, La Serpiente)



El problema es que se me atasca el corazón. Se atasca y se para, irremediablemente. Y entonces es solo la cabeza quien mueve la sangre de mi cuerpo, quien hace girar el líquido cada vez más frío y más blanco por mi frente, en una triste parodia de la vida.

El problema es que se me atasca el corazón y no me doy cuenta. Parece como si funcionara pero no es así, y vivo días y días pensando que todo está normal, que no pasa nada, que sigo siendo, ¡como siempre! una buena persona, un ser sensible e inteligente del que el mundo solo puede sentirse satisfecho.

Al ver la pena de los otros se me encoge el corazón, naturalmente, pero creo que es solo para achicar el cuerpo y que la desgracia de ellos no me salpique. También ocurre que al sentir la alegría ajena me siento henchido, pero porque se me despierta el hambre y la envidia de poseer yo también la alegría que ellos tienen.

El proceso es bien extraño. El corazón se atasca y ya no siente, pero desde el mismo momento en que eso pasa la mente se pone a imaginar sentimientos que no existen. Veo, por ejemplo, a un niño que llora cubierto de mocos en los brazos de una mendiga y pienso, “que pena me da esta criatura, que triste estoy por la miseria de esas personas”. pero no es verdad, ¡maldita sea! no hay un sentimiento real, sino solo algunas palabras acompañadas de un estremecimiento de los músculos.

Y así vivo, insensible, con el corazón metálico prendido al pecho, inútil y estúpido como una insignia, mientras la mente imagina ternura y comprensión en cada uno de mis actos.

Ocurre como en esas películas en las que, para robar un banco, o un museo, los ladrones conectan a la cámara del vigilante un video que proyecta aquel espacio en un momento normal, ya pasado. El vigilante cree ver en su pantalla una imagen de la realidad, pero se trata solo de un conjunto plano de impulsos eléctricos envolviendo su cerebro como la piel de un plátano. No vive de la realidad, sino del recuerdo.

El corazón se nos ha ahogado. La garganta y los pulmones del corazón se llenaron de agua. Es preciso escupirla fuera, a borbotones, violentamente. Conozco a muchos a los que se les ha muerto el corazón y aun no lo saben. Pase lo que pase ya no son capaces de sentir el más mínimo estremecimiento. Van por aquí y por allá y en todo parecen personas normales, pero no lo son. Están medio vivos y medio muertos. Son como cyborgs de metal y sangre.

No es cuestión de leer una bonita poesía mientras la paz desciende a nuestro corazón como una paloma; o, en la calle, dejar una moneda brillante en las manitas sucias de un niño. Hay que sacudir el corazón a bofetadas, hay que empujarlo y apretarlo como a un cuerpo húmedo y frío tendido en la playa y rígido.

Tengo que echar fuera todo el agua, ahora, inmediatamente, antes de que el corazón dormido se me muera.