viernes, julio 27, 2007

Caminos (II)

Londres desde los ojos del Puente de Westminster. Canaletto


I


El camino nace con la distancia, con la nostalgia entre aquí y allí, entre ayer y hoy, entre lo que soy y lo que puedo ser.

Nace con la nostalgia y vive tendido en ella como sobre una amante, cubriéndola, dejándose envolver. Los dos se funden en un solo ser, y en un solo ser viven fundidos. Si se separan alguna vez, por un instante, solo es para mirarse con ojos de hombre y mujer, y abrazarse luego con mas fuerza. Nostalgia y camino, es así como el vacío se convierte en puente.



II


En el Uno no hay caminos. El camino surge cuando somos dos, nos nace como si fuera un hijo. No hay camino en mi corazón, sino entre tu corazón y el mío.


III


La distancia es el cuerpo del espacio, tal vez, y el camino su motivo: que la distancia se recorra, que la tristeza se agote, que se reúna otra vez lo que ya estuviera unido.

Es como si al espacio le naciera el alma y, con el alma, la piedad. Y en su piedad por vernos lejos, tan solos, el corazón se le hiciera sólido y el cuerpo, tangible. Como si el espacio invisible, al tocarnos, se diera cuenta de sí, se volviera consciente de que él mismo también existe.


IV


Todos nacemos de dos, en mitad del sueño, como nacen los caminos. Todos vivimos en nuestro vacío, y lo llenamos con dibujos de niño soñador, como a las blancas páginas de nuestro primer cuaderno.

Pero un día nos nace el corazón, y la conciencia y, con ellos, el llanto sin lágrimas.

Y comprendemos que somos a la vez soldado y obrero. Que estamos aquí para construir un puente, para defenderlo y cuando ya sea parte el paisaje, entregárselo al mundo y partir.

Haldan Road Sunset. Carol Ubben

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