El Diablo. Tarot de Waite
Tiene de femenino el hábito de hacer de cada cosa un nido, de cada instante un hogar. No importa que el camino continúe, no importa que parásemos el tiempo justo para descansar, ahí está mi parte femenina limpiando y retocando, volviéndolo todo curvo, poniéndolo bonito. Y tiene de masculino el andar siempre como un alma errante, buscando un sitio donde cobijarse. En cuanto siente que algo es receptivo y acogedor, aunque sea un frío y húmedo agujero, aunque sea un soso y aburrido instante entre otros mil instantes, ahí se arrebuja y quiere quedarse.
Una vez y otra caigo en el pecado de Fausto, o de Goethe: "¡instante regresa y no pases nunca jamás!" .
Creada la rutina, y adherido tu comportamiento a ella, caes en una especie de sopor del que es muy difícil despertar. La única forma sería soportar voluntariamente cierta dosis de dolor, justo lo necesario para darse cuenta de lo que está sucediendo, y poder levantarse.
Pero si por el contrario, y como ocurre normalmente, en medio de esa especie de soñar despierto decidieras buscar solo la felicidad, entonces estás perdido, pues la única felicidad de la que eres consciente es la de la propia máquina. Eludirás todo esfuerzo, todo dolor, aunque vinieran para despertarte, viviendo la vida entera en un profundo sueño al que solo la muerte pondría su punto final.
“¿Y que más da, si vivo feliz?”, oigo decir dentro de mí a una vocecita.
"Si vives feliz, ¡claro!. Pero ¿es que dormir es vida?."
Cuando por la noche duermes y tu cuerpo descansa, ¿donde estás tu?¿cual es tu vida?
Hay en el comportamiento de mi cuerpomente (de mi máquina) y en el de mis vecinos por lo que veo, algo de masculino y algo de femenino.
Tiene de femenino el hábito de hacer de cada cosa un nido, de cada instante un hogar. No importa que el camino continúe, no importa que parásemos el tiempo justo para descansar, ahí está mi parte femenina limpiando y retocando, volviéndolo todo curvo, poniéndolo bonito. Y tiene de masculino el andar siempre como un alma errante, buscando un sitio donde cobijarse. En cuanto siente que algo es receptivo y acogedor, aunque sea un frío y húmedo agujero, aunque sea un soso y aburrido instante entre otros mil instantes, ahí se arrebuja y quiere quedarse.
Una vez y otra caigo en el pecado de Fausto, o de Goethe: "¡instante regresa y no pases nunca jamás!" .
Creada la rutina, y adherido tu comportamiento a ella, caes en una especie de sopor del que es muy difícil despertar. La única forma sería soportar voluntariamente cierta dosis de dolor, justo lo necesario para darse cuenta de lo que está sucediendo, y poder levantarse.
Pero si por el contrario, y como ocurre normalmente, en medio de esa especie de soñar despierto decidieras buscar solo la felicidad, entonces estás perdido, pues la única felicidad de la que eres consciente es la de la propia máquina. Eludirás todo esfuerzo, todo dolor, aunque vinieran para despertarte, viviendo la vida entera en un profundo sueño al que solo la muerte pondría su punto final.
“¿Y que más da, si vivo feliz?”, oigo decir dentro de mí a una vocecita.
"Si vives feliz, ¡claro!. Pero ¿es que dormir es vida?."
Cuando por la noche duermes y tu cuerpo descansa, ¿donde estás tu?¿cual es tu vida?
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