lunes, junio 02, 2008

Burbujas ( I )



I

En nuestro tránsito por el Hombre, a lo largo de esta experiencia de cuerpo y conciencia que llamamos vida humana, ocurre algo parecido a lo que pasa al andar cualquier camino sobre la Tierra.

Los pasos nos llevan, los ojos puestos en la búsqueda interior, por distintas comarcas. Los paisajes del alma cambian bajo la luz del sol o de la luna. Y lo que pasa fuera, y lo que pasa dentro, son como hermanos gemelos separados por un espejo. ¿quien sabe cual es la imagen y cual el reflejo?

A veces el mundo, ahí fuera, tiene frío. Otras languidece de calor, y el camino se vuelve una lengua larga y muda, de arena seca. ¿Cuanto tiempo he permanecido sin hablar porque el mundo endurecido en el que vivía no fue capaz de articular una sola sílaba?¿Y cuantas veces mi tristeza juntó las nubes en el cielo y llenándolas de congoja les hizo llorar?

Los paisajes que llegan de fuera a veces son tan extraños que nos obligan a despertar del sueño interior, con un sobresalto, a devolver nuestra conciencia al cuerpo. Entonces, en ese instante, como si el mundo inmenso apoyara el pie sobre la punta de una aguja y en ella se balanceara, todo el espacio y el tiempo se juntan entre tus ojos, o sobre tu corazón. Se abrazan en ti todas las cosas, y lo que era y lo que es se vuelven uno contigo en este punto único del Ser que eres, en este aquí y ahora.

El espejo se rompe por un instante, eterno o fugaz instante, y reconocemos como en un relámpago que nunca estuvimos solos, que la Gran Vida en la que existimos es consciente de nosotros, que caminamos sobre el Misterio como sobre la piel desnuda y alerta de un extraño planeta, de un Poeta incomprensible de la vida y de la muerte.

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