jueves, marzo 01, 2007

Hablando de astrología

Jesus (Issa) y la calavera del Gigante. Roerich



La Astrología puede servir para muchas cosas diferentes, según el conocimiento y el propósito del que la lee o practica. Se trata de una ciencia-arte muy antigua y no queda vivo nadie, ni en persona ni en palabra, que nos pueda explicar para qué servía en su origen. Sabemos, eso sí, que estaba relacionada con la religión, o sea, con la ciencia-arte de hacerse Dios, pero eso es todo, que yo sepa. El resto es astronomía.

De modo que hoy hemos tomado ese antiguo y sagrado instrumento, que nos llegó sin guía de usuario, y cada uno lo utilizamos según nuestro mejor parecer y entender. Uno dice que le parece esto, o que le parece aquello, y escribe un libro, otro afirma que puede leer el futuro (“que está escrito en las estrellas”) y cobra a cambio un módico precio, y el de más allá afirma con orgullo poder acertar el signo de nacimiento de cualquiera a los dos minutos de conocerle, etc... En general quienes hablan son solo psicólogos sin título, aunque con gran intuición, que se han leído algún libro moderno de astrología, o también puros y simples charlatanes a la búsqueda de beneficio, sin más aderezo. Lo curioso del caso es que muchas de estas afirmaciones, realizadas por alguna persona realmente entrenada, podrían ser ciertas. Yo mismo soy capaz, para mi sorpresa, y cada vez con más frecuencia, de acertar el signo o el ascendente de la gente con la que me cruzo y con la que he hablado solo unas palabras.... Pero no sabría explicarte la causa, porque cuando empiezo a filosofar sobre ello me entran los temblores y lo tengo que dejar.

Bien, para mí la astrología es, básicamente, una guía de viaje, un plano que señala el camino del Tesoro. Este viaje no es físico, claro, sino un proceso de transformación personal marcado por doce fases o signos. No “somos” de un signo, como no “somos” de un cine, de una iglesia o de una plaza, sino que transitamos por él. Somos los doce signos, o mejor, lo que ellos significan, pero solemos especializarnos en uno o dos solamente. De modo que permanecemos empapados de ese signo la vida entera, o hasta que aprendemos su lección y entonces pasamos al siguiente. Aunque lo más probable es que no nos interese aprender lección alguna, sino solo dominar convenientemente los recursos de un signo para poder vivir lo más cómodos posible en él. A esto lo llamamos “maduración”.

En lo que me indica mi experiencia, en nuestros primeros años “somos” nuestro signo zodiacal de nacimiento y, a medida que maduramos, “vamos siendo” cada vez más nuestro ascendente. Y ahí se detiene, normalmente, nuestro aprendizaje vital.

No obstante, algunos de nosotros, no contentos con esto, deseamos ser “los doce signos”. No queremos, por así decirlo, interpretar este o aquel papel en la Comedia Humana, sino que, modestamente, deseamos ser “todo el teatro”. Creemos, quizá por nuestra infancia cristiana que, para ser Dios, primero hay que ser Hombre (con mayúscula, o sea, todos los hombres). Para este tipo de “locos” la astrología es una guía inapreciable, un mapa de carreteras, como decía antes.

En los últimos mensajes he hecho una especie de borrador de prueba, he pretendido escribir lo que siento hoy al transitar por dos de los doce signos. Quería haber escrito a continuación mi experiencia en el signo siguiente, en este caso Libra, y luego Escorpio, etc..., pero no puedo. Es como si me hubiera quedado vacío por dentro. Llevo un mes intentándolo pero no consigo avanzar. Conozco el signo, claro, pero con la cabeza. No consigo sentirlo “en las vísceras” por así decir. No puedo “encarnarlo”. Me falta algún tipo de experiencia que no llega, pero que llegará.

Cuando lo viva lo contaré, si puedo. Abrazos.

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