viernes, marzo 16, 2007

Trabajo sobre si mismo (I)



I


Cuando aún era un niño, pasito a paso a la adolescencia, me atormentaba frecuentemente la misma visión. La de mí mismo, ya en la cincuentena, volviendo los ojos atrás, a mi vida pasada, solo para lamentar las cosas que no había hecho en ella, y que ya no tendría la oportunidad de hacer (para aquel niño, el haber cumplido los cincuenta debía ser algo así como sufrir de tetraplejia).

Había oído decir, en cierta charla vespertina, que si la música no se aprende antes de los siete, ya nunca se aprenderá. Y me preguntaba, con angustia, cuántas puertas, como la música, se cierran definitivamente para el hombre que no ha alcanzado, a tiempo, a cruzar su umbral.

Pensaba entonces, y en parte todavía lo pienso, que la vida era fabricarse un yo, y extenderlo en el tapiz del tiempo para poder observarlo. Mi biografía sería, en fin, una especie de inventario detallado de mi mismo para que, en la muerte (que lejos parecía), pudiera pasar completo y entero al Paraíso sin dejar olvidada detrás ninguna parte de mí.

Me miraba, de niño, como un Livingstone que observara un mapa del África sin explorar, un enorme territorio en blanco, todavía sin nombre ni imagen con qué habitar en la lengua y la mirada.

Por aquella época, además, alguien me regaló una frase, profunda y dorada, como una mina de oro:

“Se necesita de todo, para construir un mundo”

No hay comentarios: