He de hacer una confesión.
Yo, en realidad, soy lo que parezco.
No soy lo que soy por amor, ni tengo elevados motivos tras los que esconderme. No tengo tampoco excusas. Ni una sola siquiera. Ni tengo la menor explicación de por qué soy asi, ni más razones para serlo que mi voluntad de existir y el tener la cabeza muy dura.
Nací, viví... Todo ocurrió muy deprisa, en ese sueño largo y profundo en el que dejé que mi vida creciera como un jardín sin cuidar.
No tengo más explicación que esa, la de la misma vida expresándose en la forma pura del músculo y del hueso, de la suavidad del labio, de la curva húmeda de los ojos. Tengo calientes la sangre y la saliva, y heladas las lágrimas. En la vida pude ser lo que hubiera querido, les gustara a los demás o no, pero jugué al miedo y a la pereza, al abuso, y a la fácil violencia de ser el animal mas fuerte... hasta que se me rompió el corazón como si fuera un vidrio. Lloré por primera vez al ver a la muerte y luego, lloré muchas veces más.
Ahora, después de dar la vuelta completa al mundo de mi rabia y mi tristeza, vuelvo a ser lo que soy y lo que era.
Ya se que siempre imaginé ser otra cosa. Lo sé, lo sé... Pero era solo eso, imaginación.
Yo, en realidad, soy lo que parezco.
No soy lo que soy por amor, ni tengo elevados motivos tras los que esconderme. No tengo tampoco excusas. Ni una sola siquiera. Ni tengo la menor explicación de por qué soy asi, ni más razones para serlo que mi voluntad de existir y el tener la cabeza muy dura.
Nací, viví... Todo ocurrió muy deprisa, en ese sueño largo y profundo en el que dejé que mi vida creciera como un jardín sin cuidar.
No tengo más explicación que esa, la de la misma vida expresándose en la forma pura del músculo y del hueso, de la suavidad del labio, de la curva húmeda de los ojos. Tengo calientes la sangre y la saliva, y heladas las lágrimas. En la vida pude ser lo que hubiera querido, les gustara a los demás o no, pero jugué al miedo y a la pereza, al abuso, y a la fácil violencia de ser el animal mas fuerte... hasta que se me rompió el corazón como si fuera un vidrio. Lloré por primera vez al ver a la muerte y luego, lloré muchas veces más.
Ahora, después de dar la vuelta completa al mundo de mi rabia y mi tristeza, vuelvo a ser lo que soy y lo que era.
Ya se que siempre imaginé ser otra cosa. Lo sé, lo sé... Pero era solo eso, imaginación.
Soy solo lo que soy y lo que soy está aquí, ahora, a la vista de todos. Desnudo, en el centro mismo de una plaza por la que todos cruzan. No hay traje que se me sostenga sobre los hombros. No hay tela capaz de cubrir mi piel. Aquí estoy, manojo de limitaciones. Soy hombre y no mujer, soy blanco y no negro, no tengo corazón ni tengo paciencia. No soy más alto que una torre, ni más bajo que un rosal. Si hay más de cinco personas a mi lado paso desapercibido.
Y si miro alrededor, me veo pequeño como un punto. El pulgar de dios me aplastaría sin esfuerzo. El pulgar de ese dios que cabe dentro de mi, que revive en mis ojos cuando le miro.
Firmado: La Máquina.