A veces nos quedamos parados en mitad de una palabra. El sonido nos aletea aún junto al oído, pero lo que estábamos diciendo carece ya de significado. Y entonces nos callamos, y seguimos caminando sin hacer ruido. Los amigos antiguos, los camaradas, y ella misma, la que cargaba con nuestro amor, se quedan en el camino, como hermosas hojas caídas de un árbol que se durmió.
¡Todo ocurre tan deprisa! Es como un relámpago, como recibir un disparo a bocajarro, en mitad justo de la frente. Escuchas el estampido cuando ya estás muerto. Y ¿cómo averiguar entonces los motivos que tuvo el rayo para llegar?¿como saber quien es en verdad la madre de todas mis batallas, de donde vengo y por qué me voy?
A veces nos quedamos parados en mitad de una palabra, como si acabáramos de caer desde lo alto, espantando así a algún otro que ocupaba nuestro lugar. ¿Dónde estábamos durante este tiempo?¿y quien era ese que hablaba aquí, en el tono de quien lo sabe todo, ocupando nuestro cuerpo, nuestro nombre y nuestro sitio? Me equivocaba. Llegué a creer que este primate humano era yo, y tanto me empeñé en soñarlo, que me quedé dormido de pie, en medio del campo vacío, entre el hombre y el vegetal, entre el rojo de la sangre y de las amapolas.
Y tu, hombre o mujer, o nube que bailas con las nubes, si no sabes de que hablo pasa de largo y no me hagas caso ¡quizá es mejor así!
¡Todo ocurre tan deprisa! Es como un relámpago, como recibir un disparo a bocajarro, en mitad justo de la frente. Escuchas el estampido cuando ya estás muerto. Y ¿cómo averiguar entonces los motivos que tuvo el rayo para llegar?¿como saber quien es en verdad la madre de todas mis batallas, de donde vengo y por qué me voy?
A veces nos quedamos parados en mitad de una palabra, como si acabáramos de caer desde lo alto, espantando así a algún otro que ocupaba nuestro lugar. ¿Dónde estábamos durante este tiempo?¿y quien era ese que hablaba aquí, en el tono de quien lo sabe todo, ocupando nuestro cuerpo, nuestro nombre y nuestro sitio? Me equivocaba. Llegué a creer que este primate humano era yo, y tanto me empeñé en soñarlo, que me quedé dormido de pie, en medio del campo vacío, entre el hombre y el vegetal, entre el rojo de la sangre y de las amapolas.
Y tu, hombre o mujer, o nube que bailas con las nubes, si no sabes de que hablo pasa de largo y no me hagas caso ¡quizá es mejor así!