I
Cuando era aún un homínido en formación, un proyecto de llegar a simio adulto, me preguntaba a menudo: "¿por qué estoy aquí?¿con que fin fui creado y qué se espera de mi?"
Con la cabeza todavía demasiado cerca del suelo (ser niño es como vivir en el barrio de los gigantes), unos pantalones cortos sobre mis lisas piernas y los dientes definitivos todavía por salir, yo había oído ya que, en contra de toda evidencia, las personas somos inmortales y perfectas. Así que, asegurado por la “cultura oficial” sobre “quién” y “cuándo” somos, solo me quedaba preguntar el “para qué” de tan milagrosa existencia.
Y en esta pregunta pasé mi infancia, adolescencia y juventud, mientras competía con los demás monillos en mostrar “al mundo entero” quien de entre todos nosotros era el hijo mas perfecto, el mejor amaestrado, el mas adaptado a las normas de vida de aquella cultura miope en la que, poco a poco, nos íbamos quedando ciegos.
II
Ahora, años después de aquel tosco principio y con más recuerdos en la memoria de los que puedo mantener, tengo la misma sensación de quien se baja del tren después de un viaje muy largo. El viajero en su compartimento vio pasar ante sí muchos paisajes, es verdad, pero ¿realmente estuvo en ellos, presente y vivo?¿notó el calor del sol sobre la piel?¿sintió en su pie el corretear de las hormigas y las diferentes durezas del suelo?¿nadó en las charcas, entre ranas y ninfas, bajo las sombras verdes?¿se internó en las ciudades misteriosas?¿acarició los árboles, olió la hierba?
Sentado en mi vagón, respirando siempre el mismo aire, cuidadosamente acondicionado a temperatura constante, sin tocar más que la piel del asiento, o del libro, o de la lata de refresco que compré en el bar... Ha pasado junto a mi un inmenso territorio pero, salvo la película siempre cambiante, y en el fondo siempre igual, del paisaje en la ventanilla, o el breve asomarse en las estaciones para hablar con quien pasara cerca ¿ha habido algo en este tren que no estuviera ya aquí desde el principio?
III
No nacemos hombre (varón o mujer), sino conciencia de Ser dormida en un cuerpo humano. El hombre real nos nace dentro, a cada uno de nosotros, cuando la conciencia despierta. Mientras tanto no somos hombre, sino conciencia que sueña en un cuerpo animal intensamente programado.
¿Qué importa lo que haga el simio mientras la conciencia duerme? Se puede ser alcalde o ministro, sacerdote, maestro, premio Nobel... Mientras no seas hombre real tu trabajo no eres tu, sino lo que hace el mundo contigo.
¿Qué otro destino puede haber para el niño que nace, sino el de llegar o no a ser un hombre real, alguna vez?
Conciencia de ser, que viaja en un hombre, que viaja en un tren. Eso soy, eso somos..., me parece.
4 comentarios:
Gomen kudasai.
Probably I can say with this blog make, more some interesting topics.
Alla hu akhbar!!!
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